Miquel Barceló (izda.), Pere Gimferrer y Antonio Lucas (moderador). |
Acudo al reclamo de las "bestias", seres mitológicos del imaginario artístico hispánico: el agente provocador, Pere Gimferrer, y el agente perturbador y revulsivo matérico, Miquel Barceló, cuya capilla en la catedral de Palma de Mallorca, obra maestra del arte sacro, que no cristiano, estoy tratando de bataillear.
El Círculo de Lectores ha nombrado a Gimferrer Socio de Honor. Y publica Primera y última poesía, volumen que recoge sus primeras y últimas obras: Arde el mar, La muerte en Beverly Hills, De "Extraña fruta" y otros poemas, Rapsodia y Alma Venus.
El acto lo ha convocado el equipo de prensa estelar del CdL, el de toda la vida hasta hace poco, los artífices y garantes del éxito de comunicación de CdL/ Galaxia Gútenberg, en Madrid, durante tantos años: Lola Ferreira, Isabel Lerma y está también presente Miguel Ángel Delgado.
Gimferrer y Barceló pasan una hora parloteando, repitiendo en parte lo que ya dijeron por la mañana (voy a la sesión de tarde), sobre chismorreos más o menos literarios.
Los dos, como buenos artistas, se parapetan: Gimferrer, tras su sordera y sus gafas, un poco a lo Risto Mejide pero de cristales diáfanos; Barceló, tras su defecto de dicción. Si bien es cierto que este último goza mucho más de salir a los espacios abiertos. Y ninguno de los dos es retraído.
Hablan, pues, de banalidades, o banalizaciones. Tal vez sea lo que toca. Aunque, personalmente, me decepciona un poco. Quiero decir... tenemos delante a dos artistas excelsos.
Son amigos de hace tiempo. Y Barceló parece mejor lector que Gimferrer amante o, cuando menos, glosador de arte.
Surgen algunos temas interesantes: "el enigma Velázquez" ("yo creo que no le gustaba pintar", dice Barceló); o el autorretrato, literario (los dietarios de Gimferrer) y pictórico. ¿Pueden considerarse autorretatos -de gestualidad primaria- los cuadros de simios de Barceló?, me pregunto. Supongo que sí; me gustaría conocer la opinión de Gimferrer al respecto.
Pero cuando acaban de entreabrir la puerta para pasar al salón de la conversación, regresan al vestíbulo para, acto seguido, entreabrir la puerta de una nueva estancia a la que nunca terminan de entrar, y así sucesivamente, un poco a lo "El ángel exterminador" de Buñuel.
De este modo dejan transcurrir la hora, abriendo y cerrando puertas en un ameno no hablar finalmente de nada.
Concluye el encuentro, y los allegados se acercan a saludarlos: Juan Manuel de Prada, a Gimferrer; Vicente Molina Foix, a Barceló.
Barceló le comenta a Gimferrer, ya en catalán, la presencia de dos obras de Guido Reni, pintor admirado por "el enigma" Velázquez, en la exposición del Museo del Prado "La belleza encerrada", dos cuadros pequeños.
Pregunto a Gimferrer qué opinión le merece la capilla de Barceló, que en otro tiempo se llamó de San Pedro. Pero no la ha visitado. Y me deriva a Barceló para que me hable de sus nuevos monocromos blancos, que inaugura en Nueva York.
Borrón blanco y cuenta nueva, viene a decirme Barceló.
Otro disco blanco más, post-Himalaya, de los Beatles.
N.B.: No sé por qué, pero el rostro de Barceló se me hace como que estuviera adquiriendo un cierto parecido al de Antonio López. No estaría mal un encuentro sobre Velázquez entre ambos.
Fecha: 1 de octubre de 2013.
Lugar: Centro Cultural del Círculo de Lectores (Madrid).
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