miércoles, 30 de enero de 2013

Alberto Arias: "En el Himalaya, echo muchísimo de menos que la gente me salude por los caminos diciendo 'namasté'"


"Los bueyes son lentos, pero la tierra es paciente". Este proverbio chino es una de las máximas que siguen los trekkers Alberto Arias y Víctor Luengo en sus viajes al Himalaya, cordillera que visitan desde finales de los años ochenta, según han contado en su presentación "Evolución del trekking en el Himalaya", en la librería Desnivel, el 30 de enero de 2013.

Es el “método del buey lento”. Alberto Arias, director de la agencia de trekking Mugámara, y guía de montaña durante más de treinta años, contó que es lo que aplica en los grupos que lleva.

Coincido plenamente con ellos. Los senderistas aquejados de mal de altura que he encontrado en el Himalaya han sido víctimas de la celeridad con la que -de la mano de sus agencias correspondientes— pretendían superar en un día diferencias excesivas de altitud.

La primera vez que escuché el proverbio chino fue en boca del entrañable Rafa Henche, en Antena 3 Televisión, antes de partir para China. Me gustó que Víctor Luengo lo relacionará  con otros dos refranes: el italiano “quien va piano, llega lontano” (“chi va piano va sano e va lontano”) y el marroquí “la prisa mata” (más coloquialmente, “prisa mata”).

De décadas pasadas echan de menos cierta mayor afabilidad de los lugareños, cuya vida ha modificado la afluencia del turismo de masas. Alberto Arias lamenta, por ejemplo, que ya no le saluden en los senderos con el tradicional "namasté" de antaño.

Por contra, ahora uno lo tiene más difícil para despeñarse, porque puentes y senderos son más seguros. Además, numerosos proyectos de cooperación contribuyen al bienestar de estas comunidades.

Ante cambios como la masificación de los trekkings o la construcción de carreteras, Víctor Luengo aconseja decantarse por rutas menos frecuentadas. Como la del Solu, la parte sur de la regiónde los sherpas en Nepal, o el monte Kailash, la montaña más sagrada de Asia, en el Tíbet occidental.

martes, 15 de enero de 2013

Manuel Alcade: "Los peluqueros somos también psicólogos"

 
 
 
La peluquería Manolo (calle Echegaray, esquina Infante) se ha convertido, en siete años, en una de las peluquerías de referencia del barrio de las Letras. En parte porque Manuel Alcalde, el peluquero, llevaba ya 25 años en la antigua peluquería de Antonio Moreno en la calle Huertas.
 
Manuel Alcalde empezó en una peluquería de la calle Montera, hacia principios de los años ochenta. Pero pronto le salió trabajo con Antonio Moreno, en la calle Huertas. "Eran otros vecinos. El negocio era el carnicero, que llevaba ahí toda la vida, pasaba al hijo...; el peluquero, el bar de Muñiz, que eran tres hermanos... O sea, muchos negocios que perduraban siempre. Hoy ves un local, un locutorio, vas mañana y es un kebab. Va cambiando todo demasiado deprisa".

Del oficio le gusta que "al igual que el corte de pelo es siempre distinto, depende de la persona, también en el carácter cada persona es un mundo. Una persona es muy graciosa y, a lo mejor, el siguiente es muy serio. Eres un comodín. Vales para todos. Depende de cómo sea la persona, así tú eres en el trato. Los peluqueros, aparte de peluqueros, somos psicólogos".

Cuenta también Manuel el día en que, para su incredulidad, el escritor Fernando Arrabal se vino desde París a Madrid expresamente para que le cortara el pelo.

   

miércoles, 9 de enero de 2013

Abdul Asís Mánika: "Si al despertar estamos vivos, nos buscamos la vida para comer hoy; y mañana será otro día"


 
El blues de Abdul Asís

Asís Mánika es uno de los personajes entrañables de Asilá (o Arsila), ese pueblo de pescadores a media hora de Tánger en la costa Atlántica de Marruecos donde vi por primera vez el rayo verde.
 
Vive donde nació, en una casa junto a una de las puertas de la medina.  Con su mujer, Jadiya, y sus dos hijos, Yusef y Nihal. 

Su padre era pescador. Él ha trabajado desde pequeño para el turismo, como la mayor parte del pueblo.

Por las mañanas, mientras Jadiya se va a trabajar a una fábrica de telas y los niños van al colegio, Asís aguarda a que lo llamen de Luxotour, la agencia con la que habitualmente trabaja como guía turístico. Ahora se lamenta del descenso paulatino de turistas en los últimos años.

Una de sus mayores virtudes como guía es que, a diferencia de otros, después de la visita al pueblo no te arrastra a comprar a una tienda específica. Te deja que vayas a tu aire, a comprar donde quieras.

En casa de Asís lo mismo se encuentra uno a un alto cargo del gobierno marroquí que al último turista en llegar al pueblo. Vive al día, como si cada día fuera el primero. Y el único. Libre, no del todo involuntariamente, de aturullamientos materiales, como antaño también observé en los países del Este, hay gente como Asís que, en su percepción del presente vive rozando en ocasiones lo místico. El mejor elogio que he oído de él lo hace su amigo Fuad: "estar con Asís es estar delante de la verdad desnuda".


martes, 8 de enero de 2013

Boubker Madini: "Ese es el secreto, amar tu trabajo; si amas tu trabajo, vas por la autopista, vas con... insha'Allah (la voluntad de Dios)"


Entrevista con Boubker Madini (en francés)

Gatomaquias se ha desplazado esta vez a otra ciudad muy gatuna, Tánger (Marruecos), para entrevistar a Boubker Madini, uno de los herederos de una perfumería que parece sacada de otra época.

Cuando uno se pierde unas cuantas veces por la medina de Tánger siempre cabe la posibilidad de que se tope con una tiendecita que de inmediato lo transporta a uno a otro tiempo, o a alguna escena de la película "El perfume": la perfumería Madini.  
Está en un estrecho callejón, la rue Sebou, 14. Para llegar a ella lo mejor es, desde la plaza 9 de abril, coger la calle que entra en la medina a la derecha del arco de entrada tradicional, bajar por ella hasta pasar la Misión Católica de España, y luego torcer a la izquierda para ir a la calle Naciria, seguir esta hasta el final y allí entrar en el callejón Sebou. 
La tienda principal la tienen en la plaza del Mirador, fuera de la medina pero muy cerca de ella. 
Sin embargo, el Madini intramuros merece la pena visitarlo. Y disfrutar del aroma de sus perfumes. Los que más gustan, según Boubker, son el de azahar y el de almizcle.  

Los  antepasados de Boubker, los que abrieron la perfumería en Tánger, eran de Medina, que en árabe se pronuncia "madina". Los tangerinos los llamaban "madini" ("medinés"), y de ahí el nombre de la perfumería.

Según indica Boubker, el establecimiento cumplió el año pasado su centenario.
 
Página web de la perfumería Madini